CONPSYENCIA BLOG

El miedo en tiempos de enfermedad.
Marzo 2020

Es posible que en estos días tú, yo y varios de nosotros hayamos experimentado más miedo que de costumbre. No es para menos. Recientemente nos ha tocado hacer frente a diversos retos que llegaron de manera repentina, que amenazan nuestra tranquilidad, que nos obliga a hacer cambios a los que no estábamos preparados, que nos saca de la zona de confort y que hacen que nos lleguen pensamientos negativos. Además, es posible que cuando hayas querido hablar de esta emoción con otros, te hayas encontrado con un “no tengas miedo, todo va a estar bien”. Lo cual te hace preguntar ¿En verdad estaré mejor si no tengo miedo? La respuesta es no. La realidad es que el miedo es una de las emociones básicas y aunque es desagradable, nos permite sobrevivir.

El miedo nos permite adaptarnos a los peligros. Tiene la función de protegernos de lo que consideramos un riesgo o una amenaza ya sea en nuestra integridad física o psicológica. Cuando sentimos miedo nuestro cuerpo se prepara para afrontar la amenaza o huir de ella (incrementa la presión cardiaca, hay sudoración, se dilatan las pupilas, aumenta el tono muscular y hay sudoración). Como verás, el miedo es necesario para nuestra supervivencia. Sin embargo, cuando el miedo no es funcional afecta nuestras vidas y nuestro desempeño ya que nos paraliza o nos hace reaccionar sin control alguno.


El miedo que sentimos actualmente nos alerta de posibles riesgos. Por ejemplo, la disminución de la salud o muerte propia y de las personas que conocemos; que nos quedemos sin provisiones para los nuestros, que no nos alcancen nuestros recursos (físicos, psicológicos o económicos) y por si fuera poco, la situación también nos lleva a enfrentar cosas que no conocemos, a hacer cambios en las rutinas, a cambiar en las formas de comunicación y convivencia; a identificar, controlar y expresar diversas emociones nuestras y de los que nos rodean; a tomar control de la situación, a dar mucho más de lo que estamos acostumbrados, a pensar en el futuro, a mirar lo que hasta ahora no hemos controlado, a preguntarnos qué pasará con nosotros y con los nuestros que pueden ser más vulnerables y enfrentar… uff mil cosas más.


Si tienes miedo no te sientas mal contigo mismo, ni te obligues a no tener miedo. ¡Escúchalo! Te está indicando que tienes que prepararte para los riesgos que percibes en tu entorno. El problema no es el miedo sino lo que haces con el miedo. Tu decides, quieres que el miedo te paralice, te haga negar la situación riesgosa, te lleve a tener un control obsesivo o bien, prefieres respirar profunda y tranquilamente, pensar en cuál es la amenaza real que tienes que afrontar, detectar los pensamientos que te llevan a un futuro catastrófico, detenerlos y cambiarlos; diferenciar los riesgos reales de los imaginarios y hacer un plan de acción para afrontar lo que se tiene que afrontar o lo que se podría afrontar. Otras cosas que te ayudarán a manejar mejor el miedo frente a nuestra situación actual es mantenerte informado mediante fuentes confiables, evita estar escuchando las noticias todo el día. Conserva la comunicación con las personas que aprecias (familia, amigos o compañeros de trabajo). Habla de lo que sientes o piensas con personas de confianza o con los especialistas, y si tienes pequeños explícales de forma sencilla y concreta lo que sucede.


Si necesitas más información o hablar de tus miedos, comunícate con nosotros que podemos orientarte.



Mtra. Yolanda Santiago Huerta